Fernando Reyes Matta

Asia Pacífico y el nuevo gobierno

Por: Fernando Reyes Matta | Publicado: Viernes 7 de marzo de 2014 a las 05:00 hrs.
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Fernando Reyes

A ocho meses exactos de asumir su cargo la presidenta Michelle Bachelet deberá estar en China, ya que en aquel país asiático tendrá lugar la cumbre APEC 2014. Y no es un acontecimiento menor para Chile, porque en esa cita cumpliremos, precisamente, veinte años desde que nuestro país se incorporó a ese foro mundial.



¿Cuánto hemos aprendido en estos veinte años de interacción con el Asia Pacífico? ¿Cuánto hemos ganado como país y como inserción en las nuevas realidades mundiales?
Sin duda, mucho. Ahí están los diversos TLC como dato. Las oportunidades para nuestras exportaciones se han incrementado, con fuerte incidencia en el PIB, mientras los chilenos tenemos ahora más acceso a bienes de consumo directamente ligados a nuestra calidad de vida. Pero hay algo más: también son veinte años de interacción frecuente con países potencias y diálogo con líderes claves en el desarrollo del siglo XXI; eso como nunca antes.

Desde esa perspectiva, la relación con Asia Pacífico nos llama ahora a un desarrollo que no se mida sólo por los volúmenes de intercambio comercial. Por cierto, ello es y será importante. Sin embargo, cabe empujar una estrategia donde descubramos como ligar el Asia Pacífico a nuestros desafíos mayores: los cambios en los sistemas educacionales y la calidad de los mismos; las políticas de innovación y las relaciones de las empresas con la investigación científica y tecnológica del país; las plataformas digitales y la interacción en servicios entre un lado y otro de la cuenca del Pacífico; la integración de las industrias culturales y su aporte a un mundo de diversidad cultural.

Y, por cierto, incrementar las vías de pensar juntos para aportar, desde nuestras diferencias culturales, sociales y políticas, aquello que es común en el reordenamiento mundial. Países como China comienzan a vivir nuevas preguntas donde América Latina tiene experiencias a compartir: ¿Qué ocurre cuando se expanden las clases medias y vienen nuevas demandas? ¿Cómo levantar ciudades que tengan crecimiento sin discriminación y bolsones de pobreza? ¿Cuáles pueden ser las prácticas a compartir cuando hablamos de medio ambiente y lucha contra la contaminación? ¿Por dónde caminarán las nuevas formas de participación en sociedades crecientemente interconectadas? 
Nuestra política exterior deberá colocar su foco prioritario en los vínculos con América Latina y ello está muy bien. Es desde acá de donde se construye nuestra relación con el mundo. En ese marco, políticas como aquellas ligadas a la Alianza del Pacífico deberán ser aún más claras en su vocación integracionista: esto no va contra nadie (revivir la cercanía con Brasil); es una propuesta llamada a darnos más peso regional en el Asia Pacífico.

Si algo nos han enseñado los veinte años en APEC es el sentido de la cooperación y la búsqueda de oportunidades, donde nuestros intereses puedan armonizar con otros. Por eso, frente al Trans-Pacific Partnership (TPP) será esencial tener presentes estos principios. Así nació el proyecto cuando Chile, Nueva Zelanda y Singapur lo anunciaron en la APEC 2002, en México, al cual pronto se agregó Brunei. Pero tras la incorporación de Estados Unidos, entre otros, desde APEC 2011 en Hawai, se entró en una negociación con agenda casi clandestina, de avances cada vez más complejos. La presión por imponer reglas sobre patentes en ámbitos como lo farmacéutico, la informática y la agroindustria no encuentra acogida en los otros negociadores ni tampoco en los líderes de republicanos y demócratas en el Congreso.

Este martes la USTR en Washington dijo que esperaba concluir la negociación del TPP este 2014. Habrá que estar allí, teniendo claro lo que siempre hemos entendido por integración y cooperación. En todo caso, es un dato lo dicho por el Premio Nobel Paul Krugman en su reciente columna del New York Times: “Está lejos de ser claro que el TPP sea una buena idea. Es aún menos claro que se trata de algo en lo que el presidente Obama debiera gastar capital político”.

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